Un artículo escrito por Bob Russell. Para leer el artículo original, visitar su BLOG.
Muchas veces se escucha decir en círculos evangélico, “Una vez que le das tu vida a Cristo, necesitas ser bautizados como el primer acto de obediencia. Sin embargo, el bautismo no tiene nada que ver con tu salvación. Eres salvo simplemente por poner tu fe en Jesucristo y repetir la oración del pecador.”
Creo que ese es un mito parcial que necesita ser desmentido.
En realidad, hay dos lados de la moneda mítica asociados con la ordenanza del bautismo. Uno es que el bautismo en sí te salva. Los papás le dicen a sus hijos, “Por supuesto que eres cristiano, porque te bautizamos poco después de que naciste.” La implicación es que el bautismo infantil, realizado en contra de tu voluntad, fue suficiente como para perdonarte tus pecados y garantizarte vida eterna en el cielo.
Algunos tratan la inmersión de adultos en casi la misma manera. Dirán, “Por supuesto que soy salvo. A la edad de los doce años, fui bautizado por inmersión al final de una clase para miembros nuevos.” Nuevamente, la idea comunicada es que el bautismo en sí hace que una persona sea cristiana. A esta idea errónea se le dice, “regeneración bautismal” en círculos teólogos.
Efesios 2:8-9 claramente enseña que la salvación se le otorga a aquellos quienes ponen su confianza en la muerte expiatoria de Jesús en la cruz, y no en su propia justicia. “Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Juan 3:16, Romanos 3:28, Romanos 10:9; Hebreos 11:1 todos deja claro—el primer paso de obediencia es poner nuestra fe en Cristo.
El otro lado de la moneda es la idea errónea popular de que, como somos salvos por gracia por medio de la fe, el bautismo no tiene nada que ver con la salvación. El bautismo tano sólo es un acto de obediencia. Confiamos en Cristo y luego, algún tiempo después, somo inmersos en agua como símbolo de lo que nos sucedió cuando fuimos salvos.
Pero la ordenanza del bautismo es más que un acto de obediencia. Es más que un símbolo o “una señal externa de una gracia interna”. El bautismo originalmente fue diseñado como un medio para recibir la gracia de Cristo. Es un referente dado por Dios que testifica al hecho de que estamos comenzando una nueva vida en Cristo.
Cuando Jesús sanaba a la gente, muchas veces les pedía un acto de obediencia, como prueba de su fe. “Ve y preséntate a los sacerdotes.” “Ve y lávate en el tanque de Siloé.” “Extiende tu mano.” Cuando las personas necesitadas obedecieron, fueron sanados. Sus obras no les salvaron; fue Jesús. Pero su paso de fe fue cuando fueron sanados.
En los tiempos del Nuevo Testamento, cuando pecadores necesitados pusieron su fe en Cristo, no se les mandaba repetir la oración del pecador, levantar la mano, o firmar una carta, aunque esas respuestas pueden ser de ayuda. Aquellos quienes creyeron en Jesús fueron instruidos a arrepentirse del pecado y ser bautizados. Y respondieron haciendo eso lo antes posible.
No es un mito que somos salvos por la fe en Cristo. Es un mito que recibimos salvación simplemente al repetir la oración del pecador. Lee las historias de conversiones en el libro de los Hechos, y hazte dos preguntas: (1) ¿Qué se les requería a aquellos quienes querían aceptar a Cristo como Salvador? (2) ¿Cuándo respondieron a él siendo bautizados? Aquí hay algunos ejemplos:
Hechos 2—A aquellos quienes primero creyeron el mensaje del evangelio se les dijo, “Entonces Pedro les dijo: » Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados”. Tres mil personas fueron bautizadas ese mismo día. (Hechos 2:38-40)
Hechos 8—Cuando el tesorero de Etiopía creyó que Jesús eral el Mesías esperado, le pidió al evangelista Felipe que le bautizara de inmediato, en un estanque al lado del camino por el que viajaban.
Hechos 16—Al carcelero filipense se le dijo, “Cree en el Señor Jesús, y serás salvo”. Luego él y toda su familia fue bautizada en las horas tempranas de esa mañana.
Hechos 22—Tres días después de que Saulo de Tarso había sido humillado porque Jesús se le apareció afuera de Damasco, Ananías le preguntó, “Y ahora, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados invocando Su nombre.” (Hechos 22:16)
Puede que algunos protesten, “Estás diciendo que una persona no puede ser salva sin ser bautizado. ¿Qué hay del ladrón sobre la cruz? Él fue salvado y Jesús no le dijo nada de ser bautizado.” Sí, pero él estaba viviendo bajo la dispensación del Antiguo Testamento—la expiación de sangre y resurrección corporal aún no habían sido completadas. Jesús, Dios en la carne, le prometió al ladrón moribundo que estaría en paraíso cuando él lo pidiera.
“Pues, ¿qué de un soldado moribundo que hace una confesión en su lecho de muerte? ¿Qué de la persona que es físicamente incapaz de ser bautizado? ¿No podrían ser salvos si tan sólo pusieran su fe en Cristo?”
Sinceramente espero que sí. Solo podemos confiar en que la gracia de Dios es suficiente en esas instancias. Pero la aseguranza de la salvación se le promete tan solo a los que demuestran su fe al arrepentirse de sus pecados y que son bautizados en Cristo. El Dr. Jack Cottrell, profesor de Cincinnati Christian University, apunta, “El bautismo no es el primer paso que toma un converso como cristiano; es el último paso que toma un pecado para ser cristiano.”
Si te entrenaron a instruir a conversos a recibir a Cristo repitiendo la oración del pecador, pero se negaban a repetir la oración, ¿concluirías que están salvos? Probablemente tendrías tus dudas sobre qué tan legítima era su fe. Jesús prometió, “El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.” (Marcos 16:16)
Dios ofrece el regalo de salvación gratuita por medio de la muerte expiatoria de Su Hijo en la cruz. La respuesta del creyente es arrepentimiento y bautismo. Rehusarse a obedecer es evidencia de fe insuficiente. Santiago dijo, “ . . . Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta.” (Santiago 2:17)
Simón Pedro enseñó que tal como las aguas del diluvio mantuvieron el arca de Noé aflote y salvaron su familia, “ . . . Y correspondiendo a esto, el bautismo ahora los salva a ustedes, no quitando la suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una buena conciencia, mediante la resurrección de Jesucristo . . .” (1 Pedro 3:21)
El Dr. Beauford Bryant, profesor de Milligan College, frecuentemente decía, “El bautismo es una tumba y un vientre. Una tumba donde, por fe, morimos con Cristo y un vientre donde nacemos de nuevo en Su Reino.”
“¿O no saben ustedes que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte? Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.” (Romanos 6:3-5)
PREVIO: MITO 5– SI ESTÁ ESCRITO EN ROJO, ES IMPORTANTE