Un artículo escrito por Bob Russell. Notas agregadas por la traductora han sido marcadas con un asterisco (*).
Ayer mi nieto mayor comenzó su primer año universitario en Johnson University en Knoxville, Tennessee. Mi nuera, Kellie, capturó esta foto emocional de un abrazo entre Charlie y su papá, Rusty, al decir adiós. Mientras que estamos orgullosos de él y emocionados que estará estudiando ministerio en una universidad cristiana, sus papás (y abuelos) estamos entendiblemente ansiosos sobre el hecho que Charlie salga del hogar por primera vez.
Es tan sólo una de las razones por la cual tengo empatía hacia los tantos padres que repitieron esta escena por los días pasados, dejando a sus hijos en universidades seculares. Algunos líderes de jóvenes estiman que un 90% de jóvenes cristianos que van a una universidad secular se pierden de la iglesia dentro de tres meses. Puede que los estudiantes aún digan ser cristianos y visiten su iglesia cuando regresan a casa pero realísticamente ya no se identifican con Cristo—sea por creencia o por comportamiento. Aún estudiantes que fueron líderes en sus grupos de jóvenes en la iglesia se encuentran arrastrados al mundo de droga ilegal, borrachera, pornografía de internet, inmoralidad sexual, y el modo de pensar liberal del ambiente universitario.
Algunos insisten que no debemos estar muy preocupados porque, «Regresarán a la iglesia años después cuando tienen hijos o cuando enfrentan una crisis de algún tipo.» Pero ¿qué de aquellos que nunca regresan? ¿Qué de las decisiones incorrectas del tipo que alteran su vida entera que hacen durante ese periodo? ¿Qué de las cicatrices pecaminosas que permanecen por toda la vida? ¿Qué de los estudiantes universitarios que mueren por sobredosis de droga, o que mueren en accidentes por manejar bajo la influencia del alcohol? ¿Qué de las oportunidades de influenciar a otros para Cristo que son perdidas, para nunca ser recuperadas? ¿Qué si Cristo regresa antes de que se arrepientan?
Cuando los jóvenes se descarrían de Cristo durante sus años universitarios es causa para alarmarse y la iglesia necesita pensar seriamente sobre cómo prevenir que caigan. Se ha dicho que la evidencia de la locura es seguir haciendo la misma cosa una y otra vez, esperando resultados diferentes. ¿Cuántos ejemplos de desastre espiritual tomará para que reconsideremos la sabiduría de enviar a creyentes de dieciocho años sin preparación a instituciones educacionales donde están bajo ataque espiritual implacable?
Padres y abuelos necesitan monitorear actividad más cercanamente en vez do automáticamente pagando tuición si se dan cuenta que están financiando inmoralidad.* Líderes de iglesias necesitan encontrar formas más creativas de atender a universidades cristianas donde las tentaciones no son tan intensas.** Y todos necesitamos ser más proactivos en preparar a nuestros jóvenes a permanecer fieles a Cristo en un ambiente pagano.
Daniel, cuando joven, se encontró en un ambiente espiritualmente hostil. No tuvo elección en el tema porque su nación había sido conquistada por Nabucodonosor, y los jóvenes más prometedores fueron llevados a Babilonia para ser educados en el lenguaje y las costumbres de la cultura Babilónica. «El rey les asignó raciones diarias de la comida y del vino que se servía en la mesa real. Su preparación habría de durar tres años, después de lo cual entrarían al servicio del rey.» (Daniel 1:5)
«Pero Daniel se propuso no contaminarse con la comida y el vino del rey, así que le pidió al jefe de oficiales que no lo obligara a contaminarse.» (Daniel 1:8) Daniel permaneció fiel a Dios en el ambiente que iba en contra de su fe y crianza. ¿Cómo lo hizo?
Comenzó por decidirse por avanzado. No probó los alternativos y luego hizo su elección. Estaba determinado desde el principio que no iba a contaminarse.
Con gran valentía anunció su deseo de ser distinto desde el principio. No observó una dieta secreta sin que otros notaran. Dudo que andaba por las fiestas Babilónicas con un vaso de vino no-tocado en su mano para que nadie le ridiculizara.
Daniel se unió con otros creyentes. No estaba solo en su postura firme. Sadrac, Mesac, y Abednego estuvieron con él. La gran mayoría de nuestros jóvenes que permanecen fieles en la universidad se involucran con un grupo cristiano del campus, donde son un poco responsables a alguien.
Daniel estaba determinado a sobresalir. No midió su éxito por su popularidad. Estaba determinado a destacarse de un grupo . . . físicamente, intelectualmente, y espiritualmente.
Dios honró la valentía y dedicación de Daniel. «A estos cuatro jóvenes Dios los dotó de sabiduría e inteligencia para entender toda clase de literatura y ciencia . . . de modo que los cuatro entraron a su servicio. El rey los interrogó, y en todos los temas que requerían de sabiduría y discernimiento los halló diez veces más inteligentes que todos los magos y hechiceros de su reino.» (Daniel 1:17-20)
Es difícil ser cristiano en el campus universitario de hoy, pero es posible. Pregúntale a Daniel.
NOTAS:
* Esto puede variar de acuerdo a las leyes de cada país.
** Esto puede variar de acuerdo a la disponibilidad de universidades cristianas en cada país.
Para ver más sobre el ministerio de Bob Russell, visiten su sitio AQUÍ.
La versión de la Biblia usada en este artículo es la NVI (Nueva Versión Internacional), a menos de ser específicamente notado.