Una nota escrita por el Dr. Jack Cottrell. Notas originales al texto han sido marcadas con obelisco (†). Notas agregadas por la traductora han sido marcadas con asteriscos (*).
PREGUNTA: Los calvinistas creen en la depravación total de todo ser humano, lo cual quiere decir que nadie puede responder al evangelio en fe y arrepentimiento. Esto requiere de creencia en la elección incondicional, lo cual significa que Dios unilateralmente elige salvar a algunos y no a otros. Hace esto otorgando a los elegidos su don irresistible de gracia, en la forma de regeneración, fe, arrepentimiento, y justificación—todo al mismo tiempo. PODRÍA hacer lo mismo para cada pecador, pero simplemente no ha elegido hacerlo. Me pregunta es esta: ante este escenario, ¿cómo maneja el calvinista 2 Pedro 3:9, lo cual declara que Dios «no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan». (NVI) Pero si PUEDE salvar a todas las personas pero simplemente elige no hacerlo, esto suena como si no QUIERE salvar a todos. ¿No es esto una contradicción de 2 Pedro 3:9?
RESPUESTA: Sí, ciertamente SUENA como una contradicción, pero el calvinista tiene una explicación para ello. La explicación básica es esta: Dios tiene DOS voluntades, una escondida o secreta o misteriosa, y una que es revelada a todos. En muchos casos la voluntad secreta de Dios determina que algo sucederá contrario a su voluntad revelada.
A la voluntad secreta de Dios se le llama su voluntad de decreto porque es equivalente a su decreto eterno, por el cual en la eternidad pasada había preordinado y predeterminado cada cosa que ha de suceder. Este decreto eterno o voluntad de decreto es exhaustivo (universal, todo-inclusivo), eficaz (causal, determinativo) e incondicional (no influenciado por ninguna cosa fuera de él mismo). El calvinista J. G. Howard lo ha resumido así: «La Escritura nos enseña que Dios tiene una plan predeterminado para cada vida. Es eso lo cual SUCEDERÁ. Es inevitable, incondicional, inmutable, irresistible, exhaustivo y decisivo. También es, en parte principal, impredecible. Incluye todo—aún el pecado y el sufrimiento. Involucra todo—aún la responsabilidad humana y las decisiones humanas»†. Gary Friesen dice que esta es la voluntad exhaustiva y soberana de Dios, por la cual «él es el Último Determinante de todo lo que sucede».††
Lo que esto significa es que en el nivel de esta voluntad secreta o de decreto, aquellos que perecen en el infierno lo hacen porque (en este nivel) Dios QUIERE o tiene la VOLUNTAD de que estén perdidos. Pero, al mismo tiempo, en el nivel de su voluntad revelada (como en 2 Pedro 3:9 y 1 Timoteo 2:4), Dios declara que el «QUIERE que todos se salven» y «que todos se arrepientan» mientras que «NO quiere que nadie perezca». (NVI) Ciertamente, debe ser reconocido que Dios extiende la OFERTA de salvación a todos: «Y el que tiene sed, venga; y el que desea, que tome gratuitamente del agua de la vida» y «todo aquel que cree en él, no se pierda». Pero en vista de la voluntad secreta de decreto de Dios, la cual obviamente es selectiva cuando llega a la salvación, aún muchos calvinistas tienen dificultad con esta «libre oferta del evangelio». Por lo tanto, deben recurrir a los DOS niveles de la voluntad de Dios.
Dos de mis profesores en Westminster Theological Seminary, John Murray y Ned Stonehouse, escribieron una libreta llamada “The Free Offer of the Gospel”,* tratando de explicar la aparente hipocresía en ofrecer el evangelio libremente a todo hombre mientras sabiendo que Dios ha predeterminado que algunos no responderán, y ni siquiera podrán responder. Ellos dicen, «Parecería que el punto real en disputo en conexión con la oferta libre del evangelio es si puede apropiadamente decirse que Dios DESEA la salvación de todo hombre.» Citando un documento calvinista que afirma tal deseo, los autores explican que «al afirmar tal “deseo” de Dios», el documento lidiaba «no con la voluntad de decreto ni secreta de Dios, sino que con la voluntad revelada» (página 3).
Murray y Stonehouse conceden que hay textos bíblicos que expresan «la voluntad de Dios en la cuestión del llamado, invitación, apelación y comandancia del evangelio, esto siendo la voluntad de que todos vuelvan a él y sean salvos. Obviamente, sin embargo, no es su voluntad de decreto que todos se arrepientan y sean salvos. Mientras, por otra parte, él no ha decretado que todos sean salvos, pero ha declarado inequívocamente que es su voluntad y, por implicación, su placer que todos vuelvan y sean salvos. Una vez más nos enfrentamos con el misterio y riqueza adorable de la voluntad divina. Puede que a nosotros nos parezca que el uno cancela al otro. Pero no es así. Hay una multiformidad a la voluntad divina que es consonante con la plenitud y riqueza de su carácter divino, y no es de extrañar que quedemos constreñidos a inclinarnos en humilde pero exultante asombro ante su grandeza inefable y juicios inescrutables. El negar la realidad del placer divino dirigido al arrepentimiento y salvación de todos es el fallar en aceptar el testimonio dado por un texto como este a la multiplicidad de la voluntad de Dios y las riquezas de su gracia» (páginas 20-21).
Los autores concluyen así, «Hemos encontrado que Dios mismo expresó un deseo ardiente por el cumplimiento de ciertas cosas las cuales no ha decretado en su consejo inescrutable que deben suceder. Esto significa que hay una voluntad a la realización de lo que no ha decretado, un placer hacia aquello de lo cual no se ha placido en decretar. Esto en realidad es misterioso, y porqué no ha hecho suceder, en el ejercicio de su poder y gracia omnipotente, lo que es su placer ardiente queda escondido en el soberano consejo de su voluntad. No debemos tener, sin embargo, ningún prejuicio en contra de la noción de que Dios desea o tiene placer en el cumplimiento de lo que no ha decretado.» (página 26).
¿Cómo evaluaremos este intento de explicar la inconsistencia entre la tal voluntad de decreto de Dios y su voluntad revelada? Ciertamente podemos aceptar la idea del “misterio” y la “multiformidad” dentro de la voluntad de Dios. Lo que nos piden aceptar aquí, sin embargo, va mucho más allá que misterio e inefabilidad. En esta explicación calvinista estamos lidiando, plena y simplemente, con contradicción. Una ley básica de lógica (y la lógica se basa y es derivada de la propia naturaleza de Dios) es la ley de no-contradicción. Esta ley dice que no hay declaración que puede ser a la vez verdadera y no verdadera, en el mismo sentido, al mismo tiempo. Pero el calvinista dice que ES la voluntad de Dios que todos los perdidos sean salvos, y que NO es la voluntad de Dios que todos los perdidos sean salvos. Asignar el primer deseo a un nivel de la voluntad de Dios y el segundo a otro nivel de su voluntad no remueve la contradicción: es el mismo Dios en ambos casos, y el deseo es sincero en ambos casos. El mismo Dios decreta que sucedan cosas que no desea que ocurran, cosas que son lo opuesto a lo que desea.
El problema aquí es que si Dios es libre de transcender las leyes de lógica (i.e. ir en contra de su propia naturaleza) en una área, ¿cómo podemos confiar en lo que dice sobre cualquier otra cosa? ¿Qué nos queda de Tito 1:2, lo cual dice de Dios «que no miente»? ¿O de la declaración de Pablo en Romanos 3:4, «¡De ningún modo! Antes bien, sea hallado Dios veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso; como está escrito: PARA QUE SEAS JUSTIFICADO EN TUS PALABRAS, Y VENZAS CUANDO SEAS JUZGADO»?
NOTAS:
† De su libro «Knowing God’s Will» (Conociendo la voluntad de Dios), página 12.
†† «Decision Making and the Will of God» (El acto de hacer decisiones y la voluntad de Dios), página 202.
* «El libre ofrecimiento del evangelio»
Pueden encontrar las notas originales del Dr. Jack Cottrell buscando su página en Facebook. Para ver el artículo original, haga clic AQUÍ.
La versión de la Biblia usada en este artículo es la LBLA (La Biblia de las Américas), a menos de ser específicamente notado.
Muy buen tema. Gracias por traducirlo.
Me gustaMe gusta
Bendiciones
Me gustaMe gusta
Pedro le esta hablando a la iglesia, no al mundo. Lo que estaba diciendo era que la voluntad de Dios es que ninguno perezca que todos procedan a arrepentimiento. Es claro que le habla a la iglesia que estaba siendo asolada. No le estaba hablando al mundo entero. leamos toda la carta!!!!!!!
Me gustaMe gusta
Diles: «Vivo yo» —declara el Señor Dios— «que no me complazco en la muerte del impío, sino en que el impío se aparte de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos. ¿Por qué habéis de morir, oh casa de Israel?».
Me gustaMe gusta
Desde el punto de vista bíblico es preciso tomar en claro dos aspectos de la interpretación. Como primer punto es que no puede extrapolar las escrituras en solo pensamiento dogmático calvinista, podemos tomar las palabras de JESUS en Juan 5:39 y 1 Pedro 4:11 y pasando por 2 Pedro 1:20_21.El segundo punto es que en Juan 3:16 nos habla de una salvación para todos si hablamos de la palabra «cosmos»=mundo de manera implícita corresponde a criaturas morales, el punto en cuestión es que no habla de que otros son salvos y otros condenados, y sobre las voluntades que explico el maestro eso no aparece en la biblia son inventos de las escuelas calvinista….la única voluntad que conozco en la biblia es el plan de redención……Ismael Utrera
Me gustaMe gusta
La cuestión es que el Apóstol Pedro en ningún momento le está escribiendo a la gente del mundo o a aquellos que no conocen de Dios. Pedro le escribe a cristianos y el deseo de Pedro es que el cristiano permanezca firme y no se pierda.
Bendiciones
Me gustaMe gusta
Bueno para aquellos que tienen “conflicto” de sabiduría humana en cuanto a la voluntad soberana de Dios, diríjase a Romanos 9. Lease el capitulo entero. Ore, medite, interiorice, porque el: tendrá misericordia del que el quiera tener misericordia y endurecerá al que quiera endurecer. Dios los guarde en su Gracia eterna. Amén.
Me gustaMe gusta