
Un artículo escrito por J. W. McGarvey.
No hay propuesta en referencia a la organización de las iglesias primitivas en la cual los eruditos y críticos están más de acuerdo que aquella que cada iglesia completamente organizada tenía una pluralidad de Ancianos. Es tan casi universal esta concordancia que un hombre revela un juicio desbalanceado o una falta de información si niega esta propuesta. Tal concordancia no podría existir bien sin un fundamento en declaraciones de la Escritura tan claras que no dejan lugar a dudas. Notaremos algunas de estas.
En primer lugar, después de que Pablo y Bernabé hubieron pasado por Antioquía, Iconio, Listra y Derbe, y establecido una iglesia en cada una, regresaron por estas mismas ciudades y Lucas dice: “Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.” Hechos 14:23. De esto, parece que ordenaron Ancianos en cada iglesia que plantaron en este viaje. Encontramos, también, que la iglesia en Éfeso tenía una pluralidad de Ancianos, también llamados supervisores*; Hechos 20:17-28; que lo mismo era verdad de la iglesia en Filipos, Filipenses 1:1; y que Tito fue dejado en Creta para ordenar Anciano en cada ciudad, lo cual es equivalente a ordenarlos en cada iglesia, porque cada ciudad solo tenía una iglesia.
Ahora estamos conscientes de que, en ciertos tiempos, escritores excéntricos han intentado poner en duda estas declaraciones. Se ha presumido que hay una pluralidad de congregaciones en Éfeso, Filipo y las ciudades de Creta, y que cada Anciano único por congregación, junto con los de otras congregaciones, constaban de una pluralidad. Pero esta suposición no tiene ningún fundamento en la Escritura, y está en conflicto directo con la historia no inspirada más temprana, la cual representa tan solo un cuerpo organizado de creyentes que existían en una ciudad. Es verdad que en estas ciudades, los discípulos muchas veces tenían varios lugares en dónde juntarse, pero no hay evidencia de organizaciones separadas e independientes. La suposición en duda también está en conflicto con la declaración positiva que Pablo y Bernabé ordenaron Ancianos en cada iglesia. Lo que hicieron en un distrito, hicieron en todas; pues no tenían más que un solo evangelio que predicar, y no más que un sistema de gobierno y orden para establecer a través del reino terrenal de Dios.
Hay evidencia abundante que esta pluralidad de Ancianos en cada congregación continuó después de que cerró la historia Apostólica, y que existió en algunas iglesias cuya organización no se menciona mucho en estas Escrituras. Por ejemplo, no se dice nada en el Nuevo Testamento de la Ancianía en Corinto, pero la epístola de la iglesia en Roma a la iglesia en Corinto, comúnmente conocida como la epístola de Clemente, escrito más o menos al cerrar del primer siglo, comprueba que hubo una pluralidad de Ancianos en Corinto. El escritor le dice a los Corintios, “Es una lástima, y poco digno de su profesión cristiana, escuchar que la iglesia tan más firme y antigua de los corintios fuese, por una o dos personas, llevado a sedición contra sus Ancianos.” La epístola de Policarpo a los filipenses, escrito en la parte temprana del segundo siglo, muestra que la Ancianía continuó en Filipos tal y como lo dejó Pablo, y que había una Ancianía parecida en Esmirna, de donde fue escrita la epístola, pues Policarpo escribe en su propio nombre y “los Ancianos que están con él”, y les da consejo a los Ancianos en Filipos sobre el desempeño de sus deberes oficiales. Dice, “Que los Ancianos sean compasivos y misericordiosos hacia todos, haciéndolos volver de sus errores, buscando a los débiles, no olvidando a las viudas, los huérfanos y los pobres, pero siempre proveyendo lo está bien a los ojos de Dios y el hombre”. Pero no se necesita multiplicar evidencias de un hecho que ya está establecido a la satisfacción de mentes sinceras. Procedemos, pues, a la consideración de otro punto de vista excéntrico del mismo tema. A veces se argumenta que la pluralidad de Ancianos encontrados en las iglesias primitivas se puede explicar con el hecho que los dones del Espíritu causaron que esas iglesias abundaran con hombres que poseían las calificaciones apropiadas; pero que no debemos esperar que iglesias modernas, a las cuales les faltan estos dones, posean una pluralidad de miembros tan calificados. Por lo tanto, se concluye que iglesias modernas no necesitan una pluralidad de Ancianos.
Ahora, libremente admitimos que encontramos iglesias en el presente sin una pluralidad de miembros calificados para la Ancianía; y algunos, talvez, sin aún un solo miembro calificado. Y admitimos que tales iglesias no necesitan tener una pluralidad de Ancianos, ni aún tener Ancianos. Ciertamente, no deben tener ninguno hasta que puedan tener más de uno que esté calificado. Pero esta admisión, que es requerida por el caso, de ninguna manera excusa a ninguna iglesia de establecer un orden de gobierno de iglesia enteramente diferente de la que fue establecida por los apóstoles; y especialmente no excusa a tales iglesias que tienen miembros calificados que se nieguen a llamarlos al oficio.
El argumento en juego también está basado en premisas supuestas indebidamente. No es verdad que los dones del Espíritu Santo calificaban a hombres para el oficio de Anciano, excepto en la única instancia de impartir a ellos la información necesaria para enseñanza y gobierno. No les daban a los hombres las calificaciones morales, sociales y domésticas que prescribe el Apóstol. En efecto, si dones milagrosos hubieran suplido las calificaciones requeridas, no habría necesidad de prescribirlas con tanto cuidad; solo sería necesario decirle a Timoteo y Tito, “Ordenen a hombres llenos del Espíritu Santo.”
Es verdad que Pablo y Bernabé encontraron una pluralidad de hombres calificados en las iglesias de Asia Menor, en un tiempo comparativamente corta después de que estas iglesias habían sido plantadas, probablemente in unos dos o tres años, cuatro años siendo pasados en su primer tur misionero. Pero se debe recordar que en todas las sinagogas judías, las cuales formaron el punto de inicio de las iglesias cristianas, ya habían hombres con oficios casi idénticos a los de la Ancianía cristiana, y que cuando estos hombres sabios llegaron a la iglesia, como lo hizo Crispo, el gobernador principal de la sinagoga en Corinto, que trajeron todas sus calificaciones y experiencia con ellos. Además, otros judíos de edad, piadosos y con experiencia que no estaban en el oficio, también fueron encontrados con la capacidad de llenar el oficio de Ancianos tan pronto como habían recibido el evangelio. Y gentiles quienes, como Cornelio y el centurión de Capernaúm, habían llegado a ser adoradores devotos de Dios por medio de la influencia judía, poseían todas las calificaciones para el oficio tan pronto como fueron establecidos como miembros de la iglesia. Estos hechos son suficientes para explicar la ordenación de Ancianos en las iglesias tan nuevas, sin suponer el hecho imaginario que las calificaciones del oficio fueron impartidas por otorgación milagrosa. Las calificaciones intelectuales, las cuales fueron las únicas impartidas, fueron en ese entonces (y aún lo son ahora), las calificaciones más fácilmente encontradas. Puedo pasar por las iglesias hoy día y señalar a dos hombres, a estimación módica, con suficiente mente y talento para hablar como para ser Ancianos, donde se puede encontrar a alguien con todas las otras calificaciones prescritas.
Concluimos, pues, que al igual que las iglesias primitivas que tuviesen Ancianos, tuvieron una pluralidad de ellos, así debería ser hoy; y que cualquier iglesia que se aleja de esta regla se aleja del único modelo de organización de iglesia que Dios ha dado. Hasta que fuera ordenada una pluralidad de Ancianos, las iglesias primitivas hacían lo mejor que podían sin Ancianos. Así sea ahora, y que Dios nos bendiga en seguir según nos guía su palabra.
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La versión de la Biblia usada en este artículo es la RV1960 (Reina-Valera 1960), a menos de ser específicamente notado.
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