Un artículo escrito por el Dr. Rick Chromey. Para ver el artículo original, visite su blog: Vertical Church.
NOTA: Cada iglesia es guiada por tradiciones que guardan los matices doctrinales de una denominación, cuerpo religioso, o congregación. La mayoría de estas tradiciones son post-apostólicas y culturalmente sensitivas en origen y práctica. Muchas son inocentes y aceptables. Pero, ocasionalmente, algunas de estas tradiciones surgen que no contienen apoyo bíblico o histórico. De hecho, al ser profundamente considerados, estas tradiciones, ritos y actos espiritual sólo distraen, demora, desvían o distorsionan la cristiandad auténtica. No requiere de una licenciatura en Biblia para entender que estas tradiciones no son escriturales, pero que muchos cristianos aun así confían en su eficacia y las practican sin pensarlo más. En esta serie de artículos investigaré varias tradiciones así que han emergido en los últimos 150 años de cristianismo protestante evangélico.
¿Qué le sucedió a la Cena del Señor?
Seré honesto, la Santa Cena es mi ritual de iglesia favorito. Creciendo, mi familia de iglesia tomó la Santa Cena o “Cena del Señor” en serio . . . y semanalmente. Antes de cada experiencia, cantaríamos un “himno de comunión” (generalmente algo relacionado con cruces, sangre o pan), luego un anciano enseñó sobre lo que la “cena” representaba, por qué lo tomábamos y cómo participar. Luego seguía una oración de bendición. Nada se tomaba a la ligera, especialmente con visitantes en la casa.
A fin que, la Santa Cena no era para cualquier. Tenías que estar bautizado para participar . . . lo cual significaba ningún niño . . . ya que la adolescencia era el tiempo para tales decisiones serias. De hecho, recuerdo haberme secado con una toalla después de mi bautismo solo para ser recibido por un anciano sosteniendo una pequeña bandeja con un vaso de vidrio y pan casero sin levadura, cortado en pequeños cuadros de media pulgada. Fue mi “primera” Comunión.
Cada nochebuena, mi iglesia tenía un culto de velas que figuraba una Santa Cena “familiar”. Compartiríamos varios villancicos, escuchábamos un breve mensaje sobre el significado de la navidad, encenderíamos nuestras velas y cantaríamos “Noche de Paz”. Luego familias individuales llegaban a la mesa de la Santa Cena. En esta noche, los padres le servían a sus familias (por lo menos los que estaban bautizados) o, en casos excepcionales, una madre podría guiar. Le quedaba claro a mi mente de niño que la razón por la que nos juntábamos era para hacer comunión en este ritual antiguo cristiano.
Pero eso fue hace cuatro décadas. La Santa Cena de hoy significa que cualquier cosa vale . . . y generalmente, así sucede.
Esta nochebuena pasada asistí a una de las iglesias más grandes en los EEUU. Elegí una iglesia que, tradicionalmente, practica la Santa Cena semanal y navideña. El culto se dirigió al que viene de manera casual, indiferente o que busca, así que no tuve problema con tener el culto de la Santa Cena después en otro cuarto. Mientras que cientos de personas se apresuraban a las puertas para empezar sus celebraciones navideñas, yo seguí otra línea hacia un cuarto adyacente donde mesas estaban puestas con bandejas de jugo y pan. Fuera de un versículo bíblico (no relacionado con la Santa Cena) proyectado en la pared, la atmósfera poseía toda espiritualidad de Whoville. Los vasos eran dedales de plástico llenos de jugo de uva. La oblea eran pedazos pequeños de pan duro. Nadie oró. Nadie guio la experiencia. No se cantó ningún himno y no se dieron instrucciones. La gente simplemente hizo fila y se filtró brevemente para comerse el Refrigerio del Señor. Dada la noche, talvez leche y galletas hubieran sido una mejor elección (¿habría alguien que reconocería la diferencia?). A Santa Claus le va mejor hoy en día que a Jesús.
La devaluación y desconstrucción de la “Cena del Señor”, Santa Cena y Eucaristía (como le llaman algunas iglesias) ha estado sucediendo por medio siglo. En gran parte, este ritual antiguo es principalmente una ocurrencia tardía en las iglesias evangélicas y no denominacionales de hoy, incluyendo algunos quienes practican el ritual semanalmente . . . ¿o debo decir débilmente?* Además, en la mayoría de las iglesias evangélicas, la Santa Cena se sirve mensualmente o trimestralmente o, en algunas pocas, una vez al año.
La pregunta es, ¿por qué? ¿Y cómo llegamos aquí?
El génesis de esta deconstrucción reciente tiene 500 años. Fue entonces que la Reforma Protestante reimaginó el flujo y propósito de la reunión de adoración. En las venas católicas u ortodoxas del cristianismo, la eucaristía fue (y sigue siendo) la pieza central del culto o “misa”. Cada ritual, cada oración, cada Escritura, la breve homilía y selección de himnos apuntan hacia el Cuerpo y Sangre de Jesucristo. La eucaristía se entrega como Cuerpo de creyentes a cada creyente. Es una comUNIÓN dentro de la sagrada comunidad.
Pero la Reforma Protestante reinventó la reunión de adoración para enfocarse en la lectura de la Escritura o el sermón bíblica (sola Scriptura). La Santa Cena se valoraba, pero fue relegada a una atracción de lado. En el movimiento evangélico de los EEUU post-segunda-guerra-mundial, la Santa Cena perdió su lugar semanal, y luego su lugar mensual. Era más importante para los evangélicos poder cantar, dar, anunciar, y alimentarse de un sermón. El movimiento de la megaiglesia reestructuró la Santa Cena, particularmente en aquellas iglesias que participaban semanalmente, en una experiencia “drive thru”. Un pastor de una megaiglesia se jactó de que podía ejecutar la Santa Cena en cinco minutos a miles de congregantes. Básicamente, pasa el vasito, pasa el chiclet. Comida (espiritual) rápida. En algunas iglesias las oraciones ya no se dan, ni se da enseñanza antes de que se distribuye la Santa Cena. Uno solo toma y se va.
Francamente, de todos los abusos litúrgicos en la cristiandad moderna, desordenar la Santa Cena puede que sea la más peligrosa. Si se practica inapropiadamente o en vano, esta tradición tiene un castigo de “pecar contra el cuerpo y sangre” de Jesús (1 Corintios 11:27). No se ven tales castigos contra otros rituales o tradiciones (en otras palabras, dar, alabar, bautismo). El punto queda claro: esto necesitamos que nos salga bien. El Didaché (capítulo 9), un documento antiguo del primer siglo sobre las prácticas de la iglesia, declara fuertemente: Que nadie coma ni beba de tu Eucaristía, a menos que hayan sido bautizados en el nombre del Señor; pues referente a esto el Señor ha dicho, “No os den aquello que es santo a los perros”.
El problema es que esta “cena” no es para nada el “refrigerio” que la mayoría de los cristianos encuentran hoy en día. Originalmente, la Santa Cena era precisamente eso . . . una cena. Una cuestión de una comida completa. La Santa Cena sucedía en un momento durante la comida de comunión para recordar el sacrificio de Jesús por medio de beber “el fruto de la vid” y cenando con pan sin levadura. Una comida dentro de una comida. Esta experiencia de “comunión” fue instituida por Jesús dentro de la cena de la pascua judía, un festín que destacaba cuatro vasos y varios platos de comida. El seder judío de hoy permanece como modelo, aunque aún eso ha evolucionado a través de dos milenios. Por supuesto, esta comida completa estaba abierta a recibir abusos. Los corintios fueron sólidamente reprendidos por Pablo por usar la experiencia para glotonería y borrachera (1 Corintios 11:17-22). La “Cena” dentro de una cena también se encuentra en Hechos donde “partir el pan” (o literalmente “el partimiento del pan”) se usa para denotar la Cena del Señor como parte de su reunión de “confraternidad”, lo cual incluía comidas en casas (Hechos 2:41-46). Pablo declara esta “cena” es más que un “refrigerio”, sino que es una participación del Cuerpo y Sangre de Jesucristo (1 Corintios 10:16) y algo que se debía desfrutar tan “seguido” o “cuando sea” posible (1 Corintios 11:26).
Históricamente, fue usado pan sin levadura y jugo de uva. El banquete de Pascua en el tiempo de Jesús prohibía el pan con levadura y, por consecuencia, cualquier bebida fermentada. De hecho, el récord bíblico muestra que los israelitas no tomaron ninguna “bebida fermentada” ni comieron pan leudado durante su Éxodo de 40 años (Deuteronomio 29:4-6), en el cual hubieran celebrado 40 comidas de Pascua. Por consecuencia, es seguro suponer que el “vino” no era parte de la comida de Pascua histórica. Aun hoy en día, el seder de Pascua usa jugo de uva o “vino kosher”. Además, tres evangelios describen esta cena antigua y específicamente dicen que la copa es “fruto de la vid” o jugo de uva (Mateo 26:29; Marcos 14:25; Lucas 22:18). Esta designación única se conecta solo con la cena de Pascua o Eucaristía, ya que estos mismos escritores usan la palabra “vino” (jugo de uva en estado de fermentación/fermentada) en otros lugares (Mateo 9:17; Marcos 15:23; Lucas 1:15). Consecuentemente, el jugo de uva y pan de matzá son buenos ejemplos contemporáneos. Cualquier alteración, pequeño o grande, a esta sagrada cena usando soda, vino, agua o cualquier pan leudado (lo cual es común hoy en día) viola la práctica original.
Finalmente, la Cena del Señor era un evento semanal. Poco después del Pentecostés, la asamblea (ekklesía o “iglesia”) de creyentes sucedía en hogares. En Jerusalén, los cristianos al principio se juntaban diario, pero con el tiempo eligieron el primer día o domingo (el día del Señor, Apocalipsis 1:10) en el cual tener sus celebraciones, lo cual sin duda incluía comidas de eucaristía (Hechos 20:7; 1 Corintios 16:1-2). En capítulo 14 del Didaché, se da la siguiente instrucción: “Pero cada día del Señor júntense todos, y partan el pan, y den gracias después de haber confesado sus transgresiones, para que su sacrificio pueda ser puro. Pero no permitan que alguien que está en conflicto con su compañero que se junte con ustedes, hasta que sea reconciliado, para que su sacrificio no sea profanado.” Justino Mártir (100-165 D.C.) escribe en una de las apologéticas más tempranas del cristianismo: Pero el domingo es el día en el cual todos tenemos nuestra asamblea común, porque es el primer día en el cual Dios, habiendo hecho un cambio en la oscuridad y materia, hizo al mundo; y Jesucristo nuestro Salvador en el mismo día resucitó de entre los muertos.
Queda claro, de las instrucciones de Pablo, que operamos en aguas peligrosas si permitimos que los no iniciados, los no bautizados y los no informados participen de este sagrado rito. Fallar en practicar según Jesús instituyó esta cena produce consecuencias. Como el bautismo representa una “muerte, sepultura y resurrección”, nuestra participación semanal en la Cena del Señor es una oportunidad sagrada de reconectar, restaurar, revivir y reanudar nuestro bautismo, semana tras semana.
¿Es sorprendente que dos de los ritos más sagrados del cristianismo—el bautismo y la Eucaristía—también son los más pervertidos? Necesitamos recapturar el ADN original de la Iglesia. Necesitamos plenamente restaurar la Cena del Señor como una cena de hermandad solo para los que han sido bautizados. Cualquier cosa menos es sacrilegio.
Concluyo con la advertencia de Pablo a los corintios: “De manera que el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba de la copa. Porque el que come y bebe sin discernir correctamente el cuerpo del Señor, come y bebe juicio para sí. Por esta razón hay muchos débiles y enfermos entre ustedes, y muchos duermen (han muerto). Pero si nos juzgáramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados. Pero cuando somos juzgados, el Señor nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.” (1 Corintios 11: 27-32)
Notas del traductor:
* En inglés esto es un juego de palabras. Weekly—semanalmente. Weakly—débilmente.
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