
Llegó la siguiente pregunta a Preguntas Teológicas: «He estado leyendo un libro de N.T. Wright y habla de cómo debemos interpretar Romanos 3:21-26. Me parecen muy bien las ideas de este autor pero mi amigo dice que este hombre está equivocado, en su opinión. Sería bueno tener la oportunidad de ver la información de los dos lados de la controversia en español.»
Para responder a la pregunta, hemos traducido el siguiente artículo.
Un artículo escrito por el Dr. Jack Cottrell. Para ver el artículo original, visite su BLOG.
Romanos es mi libro favorito de la Biblia, y Romanos 3:21-26 es mi pasaje favorito en esta epístola. Tengo una serie de 28 lecciones sobre los primeros ocho capítulos de Romanos, incluyendo el que está aquí. (Esto se puede encontrar en mi libro, ¡Liberado! Lo que dice la Biblia sobre la gracia, 190-193).
La primera sección de Romanos (1:18-3:20) se trata de la LEY. Hace tres puntos: (1) Todos conocen un poco de ley. (2) Todos han quebrantado esta ley en algún punto. (3) Por lo tanto, nadie puede estar bien con Dios manteniendo la ley. Entonces, ¿cuál es nuestra esperanza para la vida eterna? Esto es lo que explica Pablo en la siguiente sección principal (3:21-5:21), comenzando con 3:21-26. Él explica CÓMO PODEMOS ESTAR BIEN CON LA LEY DE DIOS.
La enseñanza de Pablo en este párrafo presenta la imagen de una corte, con un acusado, su abogado, un juez y un jurado (piensen en Perry Mason, Matlock, La ley y el orden, o John Grisham). En una corte ficticia, normalmente (aunque no siempre) los inocentes se van libres y los culpables son expuestos. En esta escena de corte bíblica, sin embargo, no hay inocente (Romanos 3:10). Todos somos acusados del mismo crimen, estamos en juicio ante Dios, y en realidad somos culpables como se nos ha acusado. Este es el contexto en el cual Pablo explica la doctrina crucial de la JUSTIFICACIÓN. La pregunta es: ¿Cómo decidirá el Juez en nuestro caso?
- I. EL CRÍMEN: El “problema con la Ley” del pecador (v. 23)
- a. “Todos pecaron”. (Este fue uno de los puntos principales en 1:18-3:20.) Debemos recordar que la Biblia describe el pecado como quebrantar la ley: “Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4). La palabra griega es anomia, la cual combina la palabra para ley (nomos) con la alpha privativa (a-). Por lo tanto, significa “oposición a la ley, contrario a la ley”. Esta anomia toma dos formas. Primero, es un estado del corazón, una ACTITUD de rebelión contra la ley y una falta de respeto por ella. Este es el concepto de la ilegalidad. Además, es el ACTO de quebrantar la ley. Así que, algunas versiones lo traducen “infringe la ley” (RV1960) o “viola la ley” (NTV).
- b. “Y no alcanzan la gloria de Dios”. Este verbo es tiempo presente; se refiere al ESTADO en el cual existimos como consecuencia del pecado. La palabra en griego es hystereō, lo cual significa, “faltar, tener deficiencia, necesitar, caer atrás”. Sugiere haber sido “pesado en la balanza y no dio la medida” (Daniel 5:27). No damos la medida—la medida de la gloria de Dios.
“La gloria de Dios” se refiere a la gloria de la santidad de Dios que se supone que debe brillar en nuestras vidas por virtud de ser creados a la imagen de Dios (Mateo 5:16, 48; 1 Pedro 1:5-16). Cada aspecto de nuestras vidas debe glorificar a Dios (1 Corintios 10:31). Sin embargo, por causa de nuestro pecado (¡nuestra ilegalidad!), no mostramos esa gloria de Dios como debemos. Somos como unos focos de 3 intensidades, de 100 watts, que solo brillan a 33 o 50 watts. - c. Por lo tanto, como pecadores, estamos en “problemas con la ley”. Tenemos un problema legal. Somos culpables ante Dios el Juez (Romanos 3:19; Santiago 2:10). En la terminología de dramas legales, cada uno de nosotros es a lo que se le llama el autor del crimen. Esta culpabilidad es un estado objetivo en conexión con la ley, y no debe ser confundido con sentimientos de culpabilidad subjetivos.
Nuestra situación, por lo tanto, parece carecer de esperanza. Nos enfrentamos a la pena máxima, lo cual es como una deuda que le debemos a Dios, esto es, la deuda del castigo eterno en el infierno. Véase Mateo 6:12; Lucas 13:4; Mateo 18:23-25. Además, la evidencia en nuestra contra es abrumadora, y no puede ser ocultada del Dios omnisciente, quien es nuestro Juez. Y como nuestro Juez, es muy estricto y justo. - d. Como solían decir en el programa antiguo Hawaii 5-0, ¡“Book ‘em, Danno”! (“Arréstalo, Danno”)
- II. LA POSIBILIDAD DE ABSOLUCIÓN. El punto de este párrafo en Romanos (3:21-26) es este: ¡SÍ ES posible que los pecadores estén “bien con la ley” de nuevo! Nuestra esperanza y meta es de quedar impunes. Pero en las historias ficticias, normalmente solo los inocentes quedan libres, y los culpables reciben su debido castigo. ¡Pero somos culpables! ¿Cómo podemos esperar escapar la pena?
- a. Estar bien con la ley significa estar en un estado de rectitud (“Rectitud” básicamente significa “satisfacer los requerimientos de la ley”.) Así que, si nos juzgan estrictamente por las reglas de la ley, la única manera de tener absolución es de ser inocente. ¡Pero somos culpables! Y aun así buscamos absolución—¡o por lo menos buscamos escapar del castigo que merecemos! ¿Hay alguna manera en que esto pueda suceder? ¿Hay alguna manera en la que podemos compensar por nuestros pecados, o evitar las consecuencias de nuestros pecados?
- b. Como pecadores, y según las provisiones de la ley, la ÚNICA manera en la que podemos estar en un estado de rectitud—i.e. la única manera en la que podemos satisfacer los requerimientos de la ley—es de sufrir todo el castigo merecido por nuestros pecados (i.e. la eternidad en el infierno). Entonces, ¿quedó sin esperanza nuestro caso?
- c. ¡NO! Hay otro tipo de rectitud, otra manera de estar bien con la ley, una manera que es diferente de cualquier cosa que pueda proveer la ley. Está “fuera de la ley” o “aparte de la ley” (v. 21). Ha sido revelado o dado a conocer por medio del evangelio de Jesucristo (1:17), específicamente en el evento de la cruz. “Aparte de la ley” (v. 21) significa “aparte del SISTEMA de la ley”. El sistema de la ley NO PUEDE lograr que los pecadores lleguen a un estado de rectitud excepto por aplicar la pena, i.e. condenarnos al infierno para siempre. ¡Pero el sistema de la GRACIA es diferente! ¡El sistema de la gracia nos permite estar bien con la ley sin tener que sufrir su pena, aunque hemos pecado!
- d. En otras palabras, aunque hemos pecado, el Juez todavía puede JUSTIFICARNOS (vs. 24). ¡Él es quien “justifica al impío” (4:5)! Ser “justificado” significa que el Juez dice, “¡Ningún castigo para ti!” o “¡Yo te declaro estar bien con la ley, así como estás!” “Justificar” es un término legal; es el opuesto de “condenar”. (Véase Deuteronomio 25:1; Proverbios 17:15; Romanos 8:33-34.) “Ser justificado” significa que el Juez nos declara rectos; no nos hace rectos. Es significado de “justificar” se ve en Lucas 7:29, que literalmente dice que “justificaron a Dios”.
- III. EL ABOGADO. ¡La única manera en la que nosotros los que somos culpables de quebrantar la ley podemos ser justificados es por tener al abogado correcto (lo cual, por supuesto, es el sueño de cada criminal)!
- a. Cuando estás en problemas con la ley, necesitarás un buen abogado, uno que puede ayudarte a
- IV. LA ESTRATEGIA. ¿Cómo logra esto Jesús?
- a. Si en realidad estuvieras en juico aquí en una corte terrenal, por ejemplo, por asesinato, tu abogado tendría que decidir: ¿qué estrategia vamos a usar con este caso—especialmente si realmente eres culpable? ¿Qué estrategia puede dejarte en libertad—o por lo menos hacer que el juez declare, “Ningún castigo para ti”? ¿Cómo lograría esto tu abogado? ¿Buscando quién de testimonio de tu carácter? ¿Declarar demencia? ¿Auto-defensa? ¿Sobornar al jurado? ¿Mentir como bellaco? A veces estas cosas realmente suceden en cortes terrenales, pero no funcionan en la corte divina. ¡Sin embargo, Jesús, nuestro abogado ante el Juez celestial, sí tiene una estrategia, un “truco” que Él garantiza será exitoso!
- b. Esta estrategia, sin embargo, debe ser muy diferente de cualquier cosa que puede proveer el sistema de la ley– ¡y lo es! El plan de defensa de Jesús es un sistema seguro de circundar la ley, una manera de dejarnos en libertad; pero funciona de una manera completamente diferente que la manera en la que funciona la ley. Es “aparte de la ley” (v. 21a).
- c. Esta estrategia se llama GRACIA (v. 24). Es la “defensa de la gracia”. La gracia es una manera de manejar nuestro problema legal, una manera de lograr que el Juez nos JUSTIFIQUE al declarar, “¡Ningún castigo para ti!”. ¿Cómo logra esto Jesús, nuestro abogado de defensa? ¡Le paga al Juez! ¡Y lo hace con sus propios recursos! ¡Esta es la “defensa de la gracia”! ¿Cómo funciona? (¡Esto no es tan asqueroso como suena!)
A este pago se le describe como un acto de redención (v. 24), i.e., dejándonos en libertad al pagar un precio. (Véase Éxodo 13:11-13; Números 18:14-16; 1 Pedro 1:18-19; Efesios 1:7). ¿Qué es el precio de redención o rescate? La sangre que Jesús mismo (Su vida), pagada a Dios el Padre (Mateo 20:28).
También se describe como un acto de propiciación, o sacrificio de expiación (v. 25). “Expiar” literalmente significa “alejar la ira por medio de una ofrenda”. Jesús se hace esa ofrenda, nuestro hilasmos, nuestro hilastērio: la “ofrenda que aleja la ira”. La propiciación es común en muchas religiones paganas. Los paganos asumen que sus dioses están enojados con ellos; y por lo tanto, buscan proveer sus propias ofrendas para alejar esta ira.
¿Cómo es diferente la propiciación cristiana? Porque en el cristianismo, el verdadero Dios mismo, por Su amor y gracia, nos provee la única ofrenda capaz de alejar Su propia ira: Jesús nuestra propiciación (1 Juan 4:10; Juan 3:16). Jesús, nuestro abogado, logra esta propiciación Él mismo; Su ofrenda de Él mismo en la cruz paga la pena completa de nuestros pecados. No sólo es nuestro único defensor (1 Juan 2:1); también es la “ofrenda que aleja la ira”—la propiciación misma (1 Juan 2:2). Esta es su estrategia—la estrategia de la gracia, la “defensa de la gracia”—que nos protege de tener que sufrir la merecida pena por nuestros pecados. ¡Siempre funciona! - d. “Pero, ¿puedo pagar por un abogado así? ¿No me costará mucho?” Sí y no. Por una parte, Sus servicios son GRATUITOS: la gracia es un REGALO (v. 24). Pero Él requiere que tú confíes en Él completamente para encargarse de tu vaso (vs. 22, 25, “por la fe en Su sangre”). Por otra parte, te cuesta TODO. Tienes que entregarle toda tu vida a Él. No hay tal cosa como “gracia barata”, para usar el término de Bonhoeffer.
- V. EL JUEZ. ¿Y qué piensa el Juez de todo esto? ¡Fue Su idea (vs. 25-26)!
- a. Fue Dios el Juez mismo que presentó a Jesús como la propiciación, o sacrificio expiatorio (v. 25a). Él ya estaba usando el sistema de la gracia, aún antes de que Jesús fuera a la cruz; estaba perdonando los “pecados previamente cometidos”, para aquellos quienes creyeron, a través de toda la historia desde Adán y Eva (v. 25b).
- b. La redención por medio de la sangre de Jesús es la única estrategia que le permite a Dios ser fiel a ambas partes de Su naturaleza (v. 26). Bajo este sistema Dios es JUSTO, porque los requerimientos para la ley (por castigo) quedan satisfechos—por Jesús. Así, Su ira divina queda satisfecha. Pero entonces también queda libre de JUSTIFICAR a cualquiera que tenga a Jesús como su abogado defensor y que le confíe su eternidad al sistema de la gracia. Así Su amor y gracia quedan satisfechos.
CONCLUSIÓN. Este pasaje, Romanos 3:21-26, es el corazón y centro no solo de Romanos, sino también de la Biblia entera. Leon Morris (The Epistle to the Romans, 173) dice que es “posiblemente el párrafo más importante que ha sido escrito”. Tiene razón.