Un artículo escrito por el Dr. Jack Cottrell. Para ver el artículo original, visiten su BLOG.
Piensa en el cielo (para los propósitos de esta ilustración) como una ciudad gigantesca encerrada por un muro impenetrable y que no se puede escalar. Puedes ver esta ciudad desde lejos, y desesperadamente quieres entrar. Tu vida es un viaje hacia ella.
Entre más te acercas a esta ciudad celestial, puedes ver que hay dos puertas que permiten entrar por el muro. Pronto puedes ver que cada puerta tiene una señal grande arriba de él. Sobre una puerta la señal dice, “LEY” y sobre la otra la señal dice, “GRACIA”. Y luego entiendes. Teóricamente, por lo menos, hay dos maneras de entrar al cielo: por la LEY y por la GRACIA. Puedes entrar por la puerta de la ley, o puedes entrar por la puerta de la gracia.
Te acercas más a la ciudad y vez un grupo grande de personas formadas frente a cada puerta—¡y tú estás en una de esas filas! Cada ser humano, incluso tú, está en la fila de la ley o en la fila de la gracia. ¿Qué diferencia hace? El hecho es que hace una diferencia eterna, como ahora se explicará.
Cuando te acercas lo suficientemente a la ciudad celestial y sus dos puertas, puedes ver que cada puerta tiene una señal puesta en ella, explicando las condiciones para pasar por esa puerta y entrar al cielo. La señal sobre la puerta de la ley dice en letras grandes, “GUARDA LOS MANDAMIENTOS; ESCAPA LA PENA. QUEBRANTA LOS MANDAMIENTOS; SUFRE LA PENA.” ¿Qué significa esto?
Aquí está la explicación. Significa que cada ser humano vive bajo un código de ley revelado por el Dios Creador. El código de ley aplicable de uno está compuesto de mandamientos que él o ella está obligado a obedecer, y también contiene una pena que será aplicada si rompemos aún uno de estos mandamientos (Santiago 2:10; Gálatas 3:10). La pena es la eternidad en el infierno.
Hay tres códigos principales de ley; se aplican así. Todos los seres humanos, por virtud de ser creados a la imagen de Dios, han sido equipados con un código de ley intuitivo “escrito en el corazón” (Romanos 2:15); cada persona está obligada a vivir por este código de ley. También, Dios le dio a la nación israelita un código de ley especial—la ley mosaica—que se les aplicó desde Sinaí (Éxodo 19) hasta Pentecostés (Hechos 2). Por los cálculos de los judíos, este código del Antiguo Testamento contenía 613 mandamientos. Después del Pentecostés, Dios dio una revelación nueva (el Nuevo Testamento) conteniendo un código de ley diferente que ahora se aplica a toda persona viva, incluyendo a los cristianos. El código de ley de Nuevo Pacto tiene más de mil mandamientos que ahora estamos obligados a obedecer (además de la ley escrita en nuestros corazones). Estos son los mandamientos a los que se refiere la señal por encima de la puerta de la ley.
¿Así que qué quiere decir esta señal? Quiere decir que puedes entrar el cielo por medio de la puerta de la ley SI ES QUE has guardado TODOS—al 100%– los mandamientos del código de la ley bajo la cual vives. Si has pecado aún una vez, i.e. quebrantado aún uno de estos mandamientos, debes pagar la pena de eternidad en el infierno. Es así de simple: puedes entrar aquí (por medio de la puerta de la ley) guardando todos los mandamientos que se aplican a ti—perfectamente, toda tu vida. Debes tener toda una vida sin pecado u obediencia perfecta.
En este punto la verdad aterradora nos golpea: aunque hay una puerta de ley para entrar al cielo, ¡nadie en realidad podrá entrar al cielo por medio de ella! Eso es simplemente porque nadie cumple con las calificaciones publicados ahí. Tristemente, como dice Romanos 3:23, “Por cuanto todos pecaron”. Por lo tanto, la puerta de la ley está cerrada, con llave y sellada permanentemente por la universalidad del pecado. Lo hace esto aún más triste es el hecho de que tantos humanos se están formando frente a esta puerta, esperando en vano poder entrar al cielo por ahí, porque no se percatan de que hay otra puerta—la que tiene escrita la palabra GRACIA.
Cuando damos nuestra atención a la puerta de la gracia, vemos la señal fijada sobre ella, la cual explica los términos para entrar al cielo bajo el sistema de la gracia. La señal de la gracia dice, en letras grandes, “GUARDA LOS MANDAMIENTOS, PERO SUFRE LA PENA. QUEBRANTA LOS MANDAMIENTOS, PERO ESCAPA DE LA PENA.” Esto nos sorprende al principio, porque nos parece tan raro; de hecho, parece ser injusto. Pero luego recordamos que la gracia es por naturaleza el opuesto de lo que es justo. ¿Entonces qué significa, exactamente?
La fórmula de la gracia significa que no entras por la puerta de la gracia al cielo basado en el récord de los que has hecho TÚ, sino basado en lo que ha hecho Jesucristo. Verás, la primera línea de la fórmula—“Guarda los mandamientos, pero sufre la pena”—no se aplica a ti ni a cualquier otro pecador; se aplica solamente a Jesucristo. La gracia comienza con Jesús. Como ser humano, guardó sus mandamientos del código de la ley a la perfección (vivió sin pecado), ¡PERO también sufrió la pena equivalente a la eternidad en el infierno en nuestro lugar! Aquél que no conoció pecado fue hecho pecado por nosotros (2 Corintios 5:21).
Pero eso no es todo. La segunda parte de la fórmula de la gracia SÍ se aplica a nosotros los que quebrantamos la ley, pero que estamos en Jesucristo. “Quebranta los mandamientos, pero escapa de la pena.” Hemos pecado, ¡pero Dios no tiene nuestros pecados en nuestra contra! Entramos al cielo por la puerta de la gracia, no por nuestra propia justicia, sino por la justicia de Cristo (i.e. su pago de la pena de la ley en nuestro lugar).
Así que aquí está la esencia de la gracia. No estamos bajo la ley, i.e. bajo el sistema de salvación por la ley (Romanos 6:14, 15). No estamos en la fila de la ley, pensando que entraremos por la puerta de la ley al cielo. Eso no tiene esperanza y es en vano, ya que la puerta de la ley está sellada por el pecado y NADIE entrará por ella. Pero no nos desesperamos. De hecho, nos regocijamos, porque nosotros como creyentes estamos bajo la gracia, i.e., bajo el sistema de salvación por la gracia. Estamos en la fila de la gracia, sabiendo que entraremos por la puerta de la gracia, gracias a Jesucristo.