IGLESIA: ¿presencial o por internet?

Un artículo escrito por Michael Boyce; misionero, pastor y profesor en Chile. Pueden ver el artículo original AQUÍ o visitar su blog DOSIS DE DOCTRINA.

Un sitio satírico cristiano tuvo un artículo sobre tours de video del cielo, ofrecidos a los perdidos. Se burlaba de la idea que “iglesia” online era “igual de bueno” y “conveniente”, haciendo el punto que nadie querría aceptar viajes virtuales al cielo, estando en otro lugar. Por supuesto, la sátira no es buena manera de llegar a la verdad, pero sí logró impulsarme a pensar en mi experiencia desde que comenzó la pandemia y meditar en eso mientras considero más sobre la vida después del Covid-19.


La tecnología ha sido una bendición enorme y una herramienta conveniente para tantas personas de tantas maneras desde la llegada de la pandemia en la que hemos estados desde principios de 2020. Muchas iglesias más pequeñas alrededor del mundo lanzaron sus primeras incursiones en este nuevo mundo. Hoy, vemos cuánto puede ayudar a iglesias a alcanzar nuevas personas y de expandir su influencia en una manera impresionante. También hemos visto cuántos nuevos desafíos puede crear: nuevo personal, nuevos gastos, nuevas prioridades en iluminación y sonido, nueva estructura, y una nueva atención a una audiencia más amplia.


Escribo esto para explicar por qué, en nuestra iglesia, decidimos cerrar la transmisión por Facebook y dar un enlace de Zoom solamente a las personas que viven afuera de nuestra área geográfica o quienes tienen una buena razón por faltar. Sabemos que la tecnología es buena y útil. No soy anti-tecnología para nada. Así que, ¿por qué cerramos nuestra trasmisión en vivo para animar a personas a que regresen a la iglesia? ¿Será tan solo para llenar el edificio y vernos más impresionantes?


Antes de la pandemia, cuando consideraba cómo iniciar un instituto bíblico informal en Santiago, Chile, para ayudar a fortalecer el liderazgo en la iglesia y para levantar nuevos líderes en doctrina sana, conocimiento bíblico y métodos de ministerio efectivos, rechacé entrenamiento principalmente en línea. Sabía que muchas universidades estaban adoptando modos de enseñanza en línea. Sabía que, de muchas maneras, haría más fácil me trabajo, y me daría un alcance más amplio. Estaba dispuesto a intentar algunas cosas en línea como material suplementario. ¿Por qué no hacerlo todo en línea?


Primero, razoné que debe haber algo de las relaciones en persona que es superior a relaciones solo por internet. Cuando consideré la Biblia, mi mente volvió a algunos pasajes en las cartas de Juan, tales como “Yo tenía muchas cosas que escribirte, pero no quiero escribírtelas con tinta y pluma, porque espero verte en breve, y hablaremos cara a cara” (3 Juan 13-14). Escribir una carta no es lo mismo que conversar con alguien. En Romanos 15:24, Pablo quería visitar a los cristianos romanos en personas, aunque les estaba escribiendo una carta. En otro lugar, Pablo también expresa su deseo de ver a las personas a quienes está escribiendo. Los efesios en Hechos lloraron al escuchar las noticias que no podrían ver la cara de Pablo de nuevo.


Segundo, razoné que el modo que muestra la Biblia es en persona, a pesar de otras opciones siendo disponibles para Dios. En el Antiguo Testamento, Dios habló por muchos medios. En el Nuevo Testamento, envió a Su Hijo. La encarnación especial de Dios el Hijo significaba acceso a la representación exacta de Su ser, porque quien había visto al Hijo verdaderamente había visto al Padre en un sentido. Dios en la carne. Ahora, sabemos que la Encarnación tomó lugar para preparar un cuerpo para el sacrificio expiatorio necesario para otorgar perdón de pecados. Pero, Jesús no se aisló, para aparecer ocasionalmente a las personas en visiones y sueños. Vivió con sus discípulos, tocó al leproso, comió con los pecadores. Después, Dios envió a Felipe (el diácono) a Samaria para evangelizar y bautizar, luego al desierto para evangelizar y bautizar al eunuco. Dios orquestó el viaje de Pedro a la casa de Cornelio. Usó sueños y visiones para planear y preparar, pero el acto final fue de Pedro llegando en persona a predicar el Evangelio de Jesucristo. Y aún después, Dios no envió una visión de Pablo a los macedónicos, sino que envió una visión de un hombre macedónico a Pablo para que fuera y predicara en esa parte del mundo. Consistentemente, Dios optó por lo personal por encima de otros medios que obviamente tenía disponibles.


Tercero. Lógica y prácticamente, nada es más adecuado que cara a cara. La transferencia de información puede ocurrir de muchas maneras. Estudiando comunicación, puedes aprender sobre la importancia de las palabras y la gramática. También puedes aprender sobre la importancia del tono de voz, volumen, gestos, postura y lenguaje corporal. El texto pierde todo menos las palabras mismas. La voz retiene su volumen y tono, pero pierde el lenguaje corporal, la postura y los gestos. El video, dependiendo de cómo se hace, puede retener muchas de esas cosas, aunque modificadas en ciertas formas (por ejemplo, es difícil medir contacto visual, gestos pueden salir del cuadro, problemas técnicos pueden causar que la audiencia pierda partes de la presentación sin que se dé cuenta el orador, etc.) Al corazón del Evangelio yacen verdades que pueden ser comunicadas por cualquier medio de comunicación verbal, incluyendo escritura o transmisión de video. Sin embargo, siempre hay algo más sobre la interacción personal que es diferente y no puede ser reproducida en experiencias en línea.


Mi propia experiencia corrobora mi razonamiento bíblico. Recuerdo las muchas cosas que aprendí en la universidad cristiana que no vinieron por medio de la transferencia de conocimiento en el salón de clases. Recuerdo el día que el techo tuvo una filtración y un profesor entró corriendo a cancelar su clase y luego corrió de vuelta para salvar sus libros. Dos de nosotros le seguimos a su oficina para ayudarle. Vimos en su cara y escuchamos en su voz la importancia de los estudios que esos libros representaban. Recuerdo conversaciones cortas en el pasillo, en el almuerzo de la cafetería, o una charla en las gradas durante un juego de pelota que se convirtió en grandes lecciones de mis profesores, de predicadores y de misioneros. Lo mismo es verdad de mucha de mi vida eclesiástica. Mucho de lo que he aprendido y lo que ha formado lo que soy en Cristo ha venido de la interacción fuera del sermón y las canciones. Sospecho que, en esto, no estoy solo.


Así que, rechacé formato en línea. El discipulado es más que una transferencia de datos en línea. El discipulado tiene que ver con la vida. Aprendemos más de lo que sabemos de esos momentos afuera de la clase agendada. Es parte de la razón por la cual soy misionero, en vez de simplemente enviar videos por el mundo. Va más allá del aprendizaje formal, y aún del aprendizaje informal. ¿Qué iglesia virtual puede reemplazar la calidez de un abrazo necesitado, o de una mano reconfortante en el hombro? ¿Qué puede reemplazar platicar mientras tomamos café antes del culto o la hermandad de una cena confraternal?


La pandemia me obligó a reconsiderar. Estuvimos bajo algún tipo de cuarentena por más de 250 días. Reglas para cultos dominicales en Chile fluctuaban (a veces prohibidos, a veces pidiendo una lista de participantes, a veces permitidos, pero con aforo de 5, 10, 20, 30 o 50 personas). Era hora de agregar nuevos factores y experiencias a mis cálculos. Nuevos avances en tecnología han cambiado y mejorado cómo funciona la tecnología. Estoy más abierto a usar las herramientas en esta caja de herramientas que fui obligado a usar para mantener mi ministerio en pie. Estoy agradecido por ello. Sí tiene un alcance expandido. Hemos tenido bautismos que, de otra manera, no hubieran sucedido. Tenemos nuevos hermanos en Cristo desde lugares lejanos. Nos comunicamos con personas de más lugares. Podemos escuchar sermones de grandes predicadores de todo el mundo. Hay muchas cosas buenas llegando, gracias a que las iglesias y los ministerios creando una presencia en línea.


Al mismo tiempo, muchas de mis preocupaciones originales permanecen. Dios no eligió operar por medio de visiones y sueños, y no debemos elegir operar solo por medio de la tecnología. Dios sí usó sueños y visiones como ayudas, y podemos usar la tecnología como ayuda. Solo que no debemos confundir la ayuda con la norma. La meta, el imperativo del Evangelio, es de hacer discípulos, trayéndolos a la salvación (representada en la Gran Comisión con “bautizándolos” como el paso culminante) y traerlos a la madurez en la fe (representada con “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes”). Este imperativo y misión que impulsa a la Iglesia se hace de la mejor manera cuando prestamos atención a la primera palabra en la comisión . . . “vayan”. No quiero que un video en Facebook reemplace el “vayan”.


He resistido debatir si una reunión por Zoom “técnicamente” cumple con el mandato bíblico de no abandonar reunirse con los hermanos (Hebreos 10:25). Más bien, ¿no es mejor pensar sobre cómo Dios nos diseñó a nosotros y a la iglesia? ¿No es mejor considerar que el plan que Dios estableció y modeló para nosotros en el Nuevo Testamento? ¿No es mejor considerar la letra Y el espíritu de ese versículo? Obediencia técnica complacería a un fariseo. Observación real y mantención de la Palabra de Dios significa obediencia a la letra Y TAMBIÉN a la intención. En una emergencia, usamos lo que tenemos disponible para hacer lo que podamos. La excepción no implica una nueva regla.


Quiero animar a mis hermanos y hermanas en todos lados que se mantengan firmes con el formato que Dios nos dio. Podemos usar las herramientas que tenemos disponibles, por supuesto. ¡Debemos usar las herramientas que tenemos disponibles! Al mismo tiempo, debemos resistir la tentación de “mejorar” lo que Dios nos ha dicho que debemos hacer y el diseño que Él a establecido. Usa la tecnología, pero no abandones lo que es en persona y el reunirse cara a cara.

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