Escrito por el Dr. Dale Meade. El Dr. Meade ha servido como misionero en Colombia durante 46 años en el evangelismo y la preparación de líderes y también como el psicólogo del Colegio Peniel. Visiten su sitio web para saber más sobre su misión en: Colombian Christian Mission. También pueden visitar su página en Facebook.
“Debe bautizarse, pero . . .”
Según muchos, el bautismo no es necesario para la salvación
Desde el establecimiento de la iglesia en el día de pentecostés, el bautismo de la persona arrepentida, motivada por una firme fe en Cristo Jesús fue la puerta de entrada a la iglesia y a la salvación. Con una confesión de fe y el arrepentimiento público, la persona procedía a su bautismo por medio de la inmersión en agua de manera inmediata, sin demora ninguna. Desde ese momento fue considerado como salvo y miembro de cuerpo de Cristo, la iglesia (Hechos 2:38-42). No encontramos modificación a esa doctrina y práctica durante muchos siglos. Ellos fueron al extremo para bautizar las personas inmediatamente después de su confesión de fe.
El Modelo Bíblico
Encontramos un ejemplo de esa preocupación en bautizar la persona apenas hecho el arrepentimiento y confesión de fe en la persona del carcelero de Filipos. Obviamente si las autoridades mayores hubieran encontrado a Pablo y Silas fuera de la cárcel sin autorización, el carcelero hubiera pagado con la vida. Pero escuchando la predicación de Pablo, sintió convicción como pecador y por la fe preguntó a Pablo, “¿qué debo hacer para ser salvo?” Pablo le llevó a la fe, y luego dice que “y enseguida los bautizó.” Hubiera sido más prudente esperar al día siguiente, o dejar que los hermanos de la nueva iglesia allá lo bautizaran. Pero Pablo corrió el riesgo y los llevó en ese mismo momento al bautismo.
Aun cuando empezamos a mirar el bautismo practicado a niños de edades menores era motivado por la incertidumbre de la edad de conciencia y por una creciente fuerza de la doctrina del pecado original, que fue inventado por Agustín. Pero la función y la necesidad del bautismo nunca fue cuestionado por nadie. Antes, el bautismo de los niños indicaba la gran preocupación de bautizar a la persona y asegurarle la salvación. Todo el mundo cristiano aceptaba y predicaba la necesidad del bautismo para el perdón del pecado y la inclusión en la iglesia como miembro salvo del pecado. De cierto, no encontramos a nadie pregonando otra forma de salvación diferente a la confesión de fe seguido por el bautismo en el nombre del Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Antes, la importancia del bautismo empezó a recoger más fuerza hasta llegar a ser visto como algo casi mágico y empezaron a asignarle la capacidad de salvar a las personas aparte de la fe y el arrepentimiento. Llegaron a tal punto de bautizar los moribundos y recién muertos. Eso convirtió el bautismo en una doctrina errónea de la “regeneración bautismal” que no es bíblico, pero sí confirma la importancia del bautismo para la iglesia en esa época.
¿Cuándo empezó el cambio?
La primera vez que empezamos a mirar una desviación de ese elemento bíblico de la función del bautismo fue por Zwingli, el reformador suizo en el siglo 16. Él tuvo un enfrentamiento con los anabaptistas sobre el “re-bautismo” de la gente y alegaba que no era necesario. Cuando ellos defendían su posición con la Biblia, aparentemente eso llevó a Zwingli a negar la necesidad del bautismo para la salvación; desconocimiento del bautismo predicada por primera vez en la historia hasta casi mil seiscientos años después de Cristo. Parte de la lógica detrás de esa enseñanza era la preparación académica en el humanismo de Zwingli, donde el ser humano no tenía que utilizar “sacramentos” ni otras cosas que no podía explicar y justificar todo por medio de la razón basada en el intelecto humano. Sorpresivamente, muchos de la corriente anabaptista terminaron aceptando esa doctrina nueva y repudiando el bautismo como necesario para la salvación. Ellos, utilizando la lógica, lo cuestionan por varios motivos y por eso ahora vamos a contemplar los argumentos utilizados para rechazar el bautismo como necesario para la salvación.
Primeramente, es importante anotar a qué hora los textos bíblicos atribuyen salvación a una persona. No hay duda de que el día de pentecostés la incorporación en la iglesia y la salvación son asignados a las personas después del bautismo. ¿Pero, qué dicen otros textos? ¿Encontramos unanimidad en ese orden? Consideramos varios textos adicionales. Primeramente, Jesús mismo nos dice que “el que cree y es bautizado será salvo” (Marcos 16:16). Miramos la ubicación de la salvación después de la fe y el bautismo. Podría haber dicho algo como “el que cree es salvo y debe ser bautizado” pero no lo hizo. Ananías dice a Pablo “por qué te detienes? Levántate y bautízate y lava tus pecados.” Obviamente Pablo tenía mucha fe y había orado mucho. Pero otra vez la eliminación del pecado y la salvación viene solamente después del bautismo. Finalmente, Pedro dice que “ahora el bautismo nos salva” dejando clara la ubicación de la salvación con el bautismo. Si así es, ¿el bautismo no llega a ser la obra que nos salva? ¿No sería eso una negación de la doctrina de la salvación por gracia, mediante la fe? ¿Y qué tal del ladrón en la cruz y Cornelio? Contemplamos esa preocupación a la luz de la Biblia y miraremos como resolver esas inquietudes a la luz de la palabra de Dios.
¡La excepción no hace la regla!
Eso nos trae a la cuestión de excepciones. Muchas personas proponen excepciones y casos anormales en la Biblia como razones para excluir el bautismo del plan de Dios para la salvación de la humanidad. Con mencionar a dos casos podemos mirar las fallas de lógica en estos argumentos. El primero es el ladrón en la cruz. Obviamente él fue salvo sin haber sido bautizado. Pues, primeramente, ese caso no tiene nada que ver en realidad, porque si el bautismo representa la muerte, entierro, y resurrección de Cristo (Romanos 6;1-6), en ese momento Cristo no había muerto y el ladrón murió bajo la ley todavía. Fue salvo por su fe, igual a todos en esa época (Hebreos 11). Pero, en segundo lugar, Cristo tenía poder de perdonar pecado (Mateo 9:5) ¡entonces podía perdonar a quien quería y cuando quería! Así ese caso no disminuye la validez del bautismo como necesario para la salvación como plan de Dios en casos y tiempos normales.
El segundo caso es el de Cornelio (Hechos 10). Pero ese caso tiene aún menos que ver. Está basado en una presunción que Cornelio fue salvo cuando les cayó el Espíritu Santo y habló en lenguas. Pero la Biblia nunca dice que el hablar en lenguas es indicador de la salvación. Los frutos del Espíritu son los indicadores correctos (Gálatas 25:22-23). La Biblia da ejemplos de personas que recibieron el Espíritu de Dios pero que finalmente no fueron salvos, como Saul (Samuel 19:24). Pero lo más probable en ese caso es que Pedro, por sus prejuicios judíos no estaba dispuesto a bautizarlos y Dios tenía que demostrarle de forma dramático que sí podía hacerlo. Recuerda que Dios había tenido que demostrarle de manera dramática que podía ir y visitarlo y predicarle el evangelio (Hechos 10:9-23). Si así es el caso, entonces es una excepción impuesta por Dios, el autor de la salvación, para superar los prejuicios humanos y extender la salvación a todos. De todos modos, no se puede fabricar ni anular una ley ni una doctrina apelando a las excepciones.
La Base de la Salvación
Dejamos en claro que creemos en la salvación por medio de la fe y no por obras. Por eso la pregunta no es si el bautismo salva sin alguna relación estrecha con la fe. La preocupación que el bautismo llegue a ser una obra humana que nos salva es legítima. Pero no creemos en la regeneración bautismal, como la iglesia católica que bautiza a los bebes y moribundos para salvarlos. El bautismo debe ser “la respuesta de una buena conciencia hacia Dios” como dice Pedro. Es el acto de obediencia igual a Naamán el leproso, cuando se bautizó siete veces en el rio Jordán y salió limpio de su lepra. Era la fe y la obediencia que le salvó en el momento de cumplir, igual al bautismo para el creyente moderno. El agua no es mágica. ¡La obra de Dios es magisterial! Así la salvación en el momento del bautismo es decisión de un Dios soberano que tiene derecho de asignar la salvación cuando Él desea.
Desde luego, ninguna persona puede leer la Biblia y encontrar ejemplo de la demora en bautizar la persona. Fueron bautizados apenas confesaron su fe en Cristo. Nadie encuentra “la oración de fe” como el medio de salvación en la Biblia. Siempre fue por medio de un arrepentimiento y confesión de fe en Jesús completado con el bautismo por inmersión en el agua. Siempre fue practicado a personas con el uso de la razón y nunca a bebes. No encontramos casos de personas que resistieron el bautismo si primeramente habla de esa misma persona poniendo su fe en Jesús.
Entonces, ¿por qué la resistencia que miramos hoy en día? Regresamos a Zwingli. Él tuvo una educación humanista. Eso colocaba todo en manos de uno mismo. El bautismo es obviamente algo que humanamente no tiene nada que ver con la salvación en forma literal. Es por eso que encontramos la resistencia entre personas profundamente influenciadas por el humanismo y el modernismo. Esas personas ponen pretextos de la razón humana para no seguir el ejemplo claro y contundente del bautismo inmediato para completar la obra de salvación en la persona. Dios muchas veces colocaba la salvación después de cumplir algún requisito visible, como en el caso de la serpiente de bronce en el desierto (Números 21:8-9). Como Dios soberano, ¡tiene el derecho!
Pero ¿qué de la “gente buena”?
Pero si es así para los predicadores y líderes cristianos que desvían el nuevo en su camino de la fe: ¿qué de las personas preocupadas por sus abuelos y amigos que murieron sin haber sido bautizados bíblicamente? Pues, consideramos ese caso ahora.
Presentamos dos casos y consideramos las posibilidades. Primero, la abuelita muy piadosa y de mucha fe, pero por ser católica que nunca conoció a Cristo y nunca fue bautizada como manda la Biblia. Con ella no nos toca “mandarla al infierno” porque la Biblia dice que Dios es justo (Salmos 7:11) y como juez justo, él conoce el corazón y la fe de ella. Y la Biblia nos dice que los maestros (los curas en ese caso) llevarán doble juicio: lo que creen y lo que enseñan (Santiago 3:1). Y que si una persona causa error o equivocación en otro que pagará las consecuencias (Mateo 18:6). Por eso podemos estar en paz y dejarla en manos de nuestro Dios quien conoce el corazón de cada uno y quien es amoroso y justo.
Un segundo caso es aún más dramático y menos probable: Van dos personas en un avión que se estrella en el desierto. Los dos sobrevivientes van caminando hacia el mar buscando ser rescatados. Uno es creyente y el otro no. En el camino el creyente va compartiendo a Cristo con su compañero y él recibe a Cristo por fe y se arrepiente de su pecado. Van caminando, pero desafortunadamente ese nuevo creyente fallece unos tres metros antes de llegar al mar y poder recibir el bautismo. Entonces, “¿usted lo manda al infierno por no haber sido bautizado?” dicen ellos. Primero, eso es absurdo. Dudo que habría pasado. Pero aun si decimos que sí, no es problema. Como acabamos de decir, Dios es un juez justo y no lo va a condenar porque tenía toda la intención de ser bautizado y le fue imposible cumplir con su deseo. Pero si una persona está parada al lado de una piscina y, por orgullo o terquedad, dice que no acepta ser bautizado, es otro caso y ¡a esa persona diríamos que de verdad no tiene fe, no se ha arrepentido, o es desobediente a Dios! Es la falta de fe y desobedecer intencionalmente que le condena.
Tercero, el caso de una persona que fue bautizada en otra iglesia, donde no les enseñaron el verdadero significado del bautismo. ¿Esa persona es salva o debe ser bautizado de nuevo? Aquí el asunto verdadero es quién hace la obra. Si fuera la persona, ¡responderíamos que sí! Pero siendo que la obra es de Dios, desde que la persona se hizo bautizar creyendo en Cristo y deseando obedecerle, no hay problema alguno. La salvación en el momento del bautismo es obra de Dios y no del pastor o persona que oficia o practica el bautismo.
En conclusión
Dejamos en claro que uno es salvo por la gracia por medio de la fe, y eso no es de uno, sino es don de Dios (Efesios 2:8-9). El bautismo es el momento en que Dios concede la salvación por su repuesta de una buena conciencia a los mandamientos de él (I Pedro 3:21). Como en el matrimonio, es el amor que forma la base del verdadero matrimonio en que dos llegan a ser uno, nadie acepta que se junte a vivir y que practiquen la relación sexual, si solamente dice que se aman. Todo el mundo dice que les falta casarse, y así ya tienen matrimonio, y la bendición de Dios y la sociedad sobre la relación de ellos. Y así es con la salvación en el bautismo.